“La
manipulación de sistemas vivos no es nada nuevo. Lo que sí no tiene
precedentes en esta era antropocena es la escala y la intensidad de
nuestra manipulación”,
ECOticias.
Científicos congregados en la conferencia Planet under Pressure
(Planeta bajo Presión), en Londres, han advertido que la humanidad está
ingresado a una nueva era de la civilización –la era antropocena o “un
mundo creado por el hombre”– debido en parte a la férrea determinación
de recrear de forma artificial los grandes paisajes forestales con
viveros domesticados con fines comerciales que amenazan la biodiversidad
animal y vegetal.
“La manipulación de sistemas vivos no es nada nuevo. Lo que sí no
tiene precedentes en esta era antropocena es la escala y la intensidad
de nuestra manipulación”, dijo Sandra Díaz, profesora de la Universidad
Nacional de Córdoba, Argentina, en el discurso inaugural de la
conferencia, considerada como un evento previo a la Cumbre de las
Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Rio+20) que se llevará a cabo en Brasil el próximo mes de junio.
Hoy, cerca del 70 por ciento de la superficie terrestre sin hielo
presenta rastros importantes de uso humano. Y una buena parte de esta
superficie está cubierta de paisajes domesticados —el resultado de
especies económicas de animales y vegetales cuidadosamente seleccionadas
y cultivadas para servir un objetivo específico, como es el caso de los
cultivos de maíz para mejorar la oferta de alimentos o de las haciendas
que cubren gran parte del paisaje en Brasil.
“El mejor paisaje domesticado es uno que maximiza la homogeneidad y
el rápido crecimiento de los organismos que usamos. También es un
paisaje libre de competidores y predadores”, sostuvo Díaz.
“Así las presiones selectivas que resultan son muy diferentes de las
que prevalecen en la historia evolutiva de la mayor parte de especies
que habitan la tierra hoy en día”.
Una oferta mayor de un servicio podría disminuir la dependencia del
ecosistema así como la oferta de otros servicios, en especial a la luz
del cambio climático. Un artículo reciente
del Centro para la Investigación Forestal Internacional demostró que el
creciente comercio de productos maderables y no maderables en la Cuenca
del Congo está amenazando la integridad del ecosistema forestal que
suministra estos bienes y, al mismo tiempo, socavando su capacidad de
resistir el cambio climático.
“Es evidente que los ecosistemas se están deteriorando muy
rápidamente… y se están eliminando así una serie de importantes
beneficios para la humanidad” explicó Díaz.
Si bien la domesticación tiene efectos sobre la diversidad,
distribución y disponibilidad tanto de especies animales como vegetales,
un estudio realizado por Karivera et al.
nos advierte del riesgo de glorificar los ecosistemas naturales o
silvestres. Los autores destacan que algunos casos de domesticación
tendrán como resultado mejores ecosistemas tanto para los humanos como
para otras especies; en otros procesos de domesticación los ecosistemas
serán evidentemente más apropiados para humanos pero no así para otras
especies; y en otros procesos, los ecosistemas estarán demasiado
degradados como para beneficiar a los humanos o a otras especies.
“Los principales objetivos científicos deberían tener en cuenta las
ventajas y desventajas que supone la oferta de diferentes servicios
ecosistémicos y determinar hasta qué punto podemos usar esta evidencia
para retrasar los procesos antropogénicos que están teniendo lugar en la
mayor parte de áreas vírgenes que quedan en el mundo” dijo Terry
Sunderland, investigador sénior del Centro para la Investigación
Forestal Internacional.
La comunidad científica está ejerciendo presión para que la
biodiversidad forme parte de los indicadores físicos y geológicos claves
del cambio climático a nivel mundial, como las emisiones de dióxido de
carbono y la pérdida de los bosques tropicales, los que han venido
aumentando desde la década de los años cincuenta del siglo pasado, según
Will Steffen, Director Ejecutivo del Instituto de Cambio Climático de
la Universidad Nacional de Australia.
“Las tendencias [crecientes] del siglo XX continúan, en gran medida, en el siglo XXI”.
Steffen destacó la existencia de datos que colocan la pérdida de
carbono en la cuenca amazónica en 2.2 mil millones de toneladas en 2010,
lo que se calcula revierte cerca de diez años de actividad de sumidero
de carbono.
“Por ello, esta podría ser una de las grandes señales de que estamos
perdiendo la capacidad de la biosfera de reducir un cuarto de nuestras
emisiones de dióxido de carbono”, sostuvo.
Sin embargo, hay señales de cambios positivos, según los expertos.
Datos recientes del Consejo de Administración Forestal (Forest
Stewardship Council) sugieren que la extensión de las áreas protegidas y
los bosques gestionados sosteniblemente está aumentando. Otras señales
positivas incluyen el vínculo ya no tan estrecho entre producto bruto
interno, energía y emisiones de carbono, a medida que las economías se
hacen más eficientes y van abandonando el uso de combustibles fósiles.
Según la Agencia Internacional de Energía (International Energy
Agency), desde 1990 las emisiones de carbono derivadas del uso de
energía han decaído en 0.3 por ciento al año, aunque el crecimiento
económico global ha aumentado en más de dos por ciento, manifestó Diana
Liverman, profesora de geografía y desarrollo en la Universidad de
Arizona.
La manera en que abordemos la problemática del cambio climático
durante los próximos diez años determinará si el daño causado a nuestro
medio ambiente es irreversible, han advertido los expertos durante la
conferencia.
“Hemos bautizado a los próximos diez años como la década crítica”, dijo Steffen. “Es realmente nuestra última oportunidad”.
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