“Cuando las islas, tras adquirir su máxima altura, alcanzan su máxima complejidad topográfica debido a la erosión
ECOticias.
Las islas oceánicas nacen, crecen, se erosionan y desaparecen
bajo el mar. A lo largo de este proceso, que tarda millones de años, las
islas cambian de forma y por tanto de ‘inquilinos’. Las especies se
adaptan a las nuevas condiciones ambientales y ocupan nichos vacíos, se
especializan y se hacen exclusivas. En el caso de las islas más jóvenes
con ecosistemas de alta montaña, aumentan los endemismos.
“Cuando las islas, tras adquirir su máxima altura, alcanzan su máxima
complejidad topográfica debido a la erosión, adquieren también su
máxima biodiversidad”, señala a SINC José María Fernández-Palacios,
catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna, quien subraya
que cuando las islas tienen ecosistemas de alta montaña, hay más
especies exclusivas en ellas.
Un estudio del que es coautor Fernández-Palacios, y que se ha publicado en la revista Ecography,
reivindica el papel de la altitud para explicar la biodiversidad
exclusiva de una isla como un factor añadido a la teoría sobre la
evolución de las islas en la que la edad, entre otros factores, influye
en la diversidad de las especies.
El doble aislamiento que sufren las especies en condiciones de alta
montaña de las islas las hace únicas. El equipo de investigación
demuestra que las islas más altas crean condiciones que aumentan la tasa
de endemismos.
“Estas especies de ecosistemas insulares de alta montaña han
evolucionado habitualmente de las especies que ocupan las zonas bajas o
de medianías de las islas en cuestión. Son especies insulares que además
tienen que acostumbrarse a ecosistemas muy particulares y escasos”,
asegura Fernández-Palacios. Según el investigador, la alta montaña de
Tenerife supone menos del 10% de la superficie de la isla, y la de La
Palma supone cerca del 1%.
‘Mudarse’ de isla o morir
“En islas más complejas topográficamente, estas especies no
existirían porque la alta montaña es lo primero que desaparece de una
isla cuando es erosionada”, apunta Fernández-Palacios. La Gomera y Gran
Canaria no poseen alta montaña porque tienen más de 10 millones de años,
pero en el pasado la tuvieron. En realidad, la alta montaña juega un
papel importante en las islas más jóvenes, como La Palma.
Sin embargo, a pesar de ser “más vieja y arrugada”, por su relieve
topográfico, La Gomera cuenta con una biodiversidad mayor que La Palma
“porque tiene muchas especies exclusivas de un barranco o una ladera”.
“La Palma es más sencilla, más alta y más grande, pero no es tan
compleja”, afirma el científico, quien destaca que, a pesar de ello,
cuenta con especies de alta montaña que “seguramente” vinieron de La
Gomera.
A medida que la isla se va erosionando, las especies de alta montaña
tienen dos opciones. “Si la isla cercana es lo suficientemente alta,
‘saltan’ hacia ese nuevo territorio y sobreviven en él, pero si no ha
alcanzado la altura adecuada, las especies se extinguen con sus
ecosistemas”, indica el investigador.
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