Los acuíferos
proporcionan multitud de servicios básicos para el bienestar humano. Los
servicios más obvios e identificables son los de provisión de bienes
básicos para la vida tales como agua de buena calidad
ECOticias.
Los acuíferos constituyen valiosos ecosistemas acuáticos en sí
mismos, los cuales están formados por el sustrato geológico, el agua que
ocupa los poros y grietas de ese sustrato (agua subterránea) y los
organismos que viven en el agua. Los elementos mejor conocidos de estos
ecosistemas son el sustrato geológico y el agua, mientras que el
conocimiento existente sobre la ecología de las aguas subterráneas es
aún muy escaso. Sin embargo, una buena parte de los servicios más
relevantes que las aguas subterráneas proporcionan al ser humano se debe
en gran medida a la existencia y características de la biota presente
en ellas.
Los acuíferos proporcionan multitud de servicios básicos para el bienestar humano. Los servicios más obvios e identificables son los de provisión de bienes básicos para la vida tales como agua de buena calidad y la posibilidad de generar alimentos mediante riego; o los de regulación hídrica, singularmente el de proporcionar agua para beber y cultivar en época seca o en caso de cambio climático. Entre los servicios menos evidentes están el abastecimiento de madera, fibras y turba, sales y minerales, principios activos y medicinas; la regulación de la calidad de las aguas de ríos, manantiales y humedales, así como de los efectos de inundaciones y del cambio climático; o la generación de oportunidades para la educación ambiental, la recreación, el turismo, la identidad cultural y las relaciones sociales y el disfrute espiritual.
Adicionalmente a las funciones que tienen lugar en el propio acuífero, las aguas subterráneas son el soporte de otros ecosistemas acuáticos de superficie muy valiosos (ríos, riberas, humedales, manantiales, bosques freatofíticos, praderas), muchos de cuyos servicios dependen del aporte de agua subterránea, o bien deben parte de su valor al aporte de agua subterránea en cantidad y calidad adecuadas.
Este es el primer trabajo realizado en España que aborda las aguas
subterráneas de un país en su conjunto desde el punto de vista de los
ecosistemas. Con anterioridad a este trabajo había algunos estudios
centrados en caracterizar parte de la ecología de acuíferos concretos de
nuestro país. El trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de la
Fundación Biodiversidad Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en
España, y ha consistido en identificar, de forma sistemática, los
servicios que ofrecen las aguas subterráneas al ser humano en nuestro
país y en realizar una primera evaluación del estado de dichos
servicios.
Aspectos relevantes de los acuíferos y de las aguas subterráneas
Aunque los estudios de caracterización ecológica de las aguas
subterráneas son aún escasos incluso en el ámbito internacional, es de
suponer que los ecosistemas de las aguas subterráneas sean ambientes muy
heterogéneos, en función de las siguientes variables principales: la
velocidad del flujo de agua (energía), cercana a la de los flujos
superficiales en acuíferos carstificados pero extremadamente pequeña
(entre décimas de milímetro a algunos milímetros por día, lo que
favorece la interacción de muchos organismos con los solutos y gases que
transporta el agua) en acuíferos porosos; la cantidad de materia
orgánica (aportada por el flujo de agua o por los sedimentos); el
oxígeno disponible (atmosférico, procedente de solutos oxidados o de la
molécula del agua); la cantidad de solutos disueltos (materia) y la
mineralogía del medio sólido (reacciones bio-geo-químicas de interacción
con el medio sólido). Adicionalmente, a la complejidad natural de estos
ecosistemas hay que sumar la variabilidad natural y la que induce el
ser humano sobre las condiciones de la recarga y la descarga y sobre las
características físico-químicas del agua de recarga.
Una característica muy relevante de las aguas subterráneas que es
necesario conocer y tener en cuenta a la hora de caracterizarlas y de
evaluar sus servicios, es que, debido a la habitualmente pequeña
magnitud de su velocidad, los cambios naturales (climáticos, eustáticos,
geológicos) o antrópicos (deforestación, manipulación de los flujos
superficiales o subterráneos) cuyos efectos negativos sobre la recarga a
los acuíferos y el funcionamiento de los ecosistemas de las aguas
subterráneas (y de otros ecosistemas que dependen de las aguas
subterráneas) se están observando en la actualidad, pueden haber
ocurrido hace décadas o siglos, e incluso milenios, en el caso de
cambios geológicos. Del mismo modo, hay que tener en cuenta que algunos
impactos negativos sobre el funcionamiento de los acuíferos que
producirán los cambios de usos del suelo y del agua, las modificaciones
de los flujos hídricos, el cambio climático o el cambio global que se
están produciendo en la actualidad, serán observables en las próximas
décadas y probablemente en los próximos siglos.
Otro aspecto importante a considerar es que conocer la cantidad de
agua subterránea que se puede utilizar en un acuífero dado no es fácil.
En primer lugar hay que cuantificar la recarga y la descarga, y evaluar
la cantidad de agua que se renueva cada año; luego hay que establecer
unos objetivos respecto a los servicios de ese acuífero que se desean
potenciar, mantener o recuperar, en su caso. Respecto al primer paso, un
ejemplo de la incertidumbre asociada a las cuantificaciones a realizar
son los valores oficiales que se manejan acerca de la recarga total en
España, unos 30 000 Mm3 (MMA, 2000). Esta cifra está subestimada por
varias razones, la más relevante porque se evaluó considerando que los
acuíferos no estaban explotados, cuando en la realidad la mayoría de los
acuíferos de nuestro país están explotados y en muchos de ellos el
balance entre entradas y salidas no está en equilibrio. Además, aun
teniendo en cuenta esta incertidumbre en las estimaciones, en la
realidad la cantidad de agua que se podría usar de un acuífero dado es
menor que la renovable, debido a limitaciones medioambientales, a
situaciones de salinización en acuíferos costeros e islas, a
interferencias con aguas superficiales que ya están contabilizadas, etc.
(Custodio et al., 2009). Por tanto, es necesario disponer de buenas
estimaciones tanto de los volúmenes almacenados como de los renovables,
lo cual requiere realizar estudios detallados e individualizados.
Asimismo, para conocer con el necesario nivel de detalle y confianza
los efectos de la extracción de aguas subterráneas en una zona y poder
decidir qué grado de explotación se está dispuesto a aceptar, es
imprescindible realizar observaciones sistemáticas bien orientadas y en
redes de observación adecuadamente construidas (Manzano et al., 2009),
generar un buen conocimiento del funcionamiento del acuífero y realizar
cálculos y simulaciones apoyados en herramientas confiables.
Pero también es importante transmitir que, aunque desde el punto de vista técnico no es fácil evaluar con el detalle muchas veces necesario para la gestión cuáles son o van a ser los efectos sobre los servicios de una u otra actuación sobre las aguas subterráneas, la incertidumbre no es un obstáculo para la gestión. Algunos de los más reputados especialistas en el tema sostienen que las actuaciones a realizar en el marco de la gestión integrada tendrían que ser específicas para cada acuífero o masa de agua subterránea, deberían integrar la incertidumbre como parte integral de la gestión y deberían obedecer a compromisos consensuados entre todos los actores sociales que son usuarios de los servicios del agua subterránea. También propugnan que la gestión debería ser adaptable y debería poderse cambiar a lo largo del tiempo en función de las condiciones hidrológicas, meteorológicas, ecológicas y socioeconómicas de la zona de trabajo en cada momento.
Pero también es importante transmitir que, aunque desde el punto de vista técnico no es fácil evaluar con el detalle muchas veces necesario para la gestión cuáles son o van a ser los efectos sobre los servicios de una u otra actuación sobre las aguas subterráneas, la incertidumbre no es un obstáculo para la gestión. Algunos de los más reputados especialistas en el tema sostienen que las actuaciones a realizar en el marco de la gestión integrada tendrían que ser específicas para cada acuífero o masa de agua subterránea, deberían integrar la incertidumbre como parte integral de la gestión y deberían obedecer a compromisos consensuados entre todos los actores sociales que son usuarios de los servicios del agua subterránea. También propugnan que la gestión debería ser adaptable y debería poderse cambiar a lo largo del tiempo en función de las condiciones hidrológicas, meteorológicas, ecológicas y socioeconómicas de la zona de trabajo en cada momento.
Por último, dado que los tiempos necesarios para observar el efecto
de una determinada acción sobre la cantidad y la calidad de las aguas
subterráneas son largos, las actuaciones de gestión que se decidan
deberían ponerse en marcha lo antes posible.
Los acuíferos y las aguas subterráneas en España
En 2007 el entonces Ministerio de Medio Ambiente identificó un total
de 740 masas de agua subterránea, si bien en textos posteriores aparecen
cifras algo distintas (Fig. 1). Las masas de agua subterránea son la
unidad de aplicación de las directivas europeas Marco de Aguas y Para la
Protección de la Aguas Subterráneas; aunque su definición no coincide
estrictamente con la de acuífero, a efectos de este texto los matices no
son relevantes. Esas 740 masas de agua cubren unos 350 000 km2,
alrededor del 70% del territorio nacional. Para definirlas se usaron los
límites físicos significativos tales como bordes impermeables o cauces
de ríos efluentes, y en algunos casos se consideraron los límites de
influencia de la actividad humana. El tamaño de las masas de agua
subterránea en España varía entre menos de 2,5 km2 y más de 20 000 km2.
Una definición genérica de los acuíferos con perspectiva ecológica se podría basar en los siguientes rasgos distintivos:
• Son ecosistemas subterráneos cuya existencia genera servicios incluso allí donde no hay agua superficial.
• Se generan debido a la infiltración del agua (lluvia, escorrentía,
excedentes de riego) por la superficie del terreno; transportan agua,
materia y energía, por debajo de la superficie del terreno, desde zonas
altas de las cuencas a zonas más bajas; de forma natural descargan a la
superficie tanto en forma líquida (a través de manantiales, arroyos,
ríos, humedales o al mar) como en forma gaseosa (a través de evaporación
y evapotranspiración), generando condiciones para la existencia de
muchos ecosistemas superficiales; también salen a la superficie al ser
extraídas por el ser humano a través de pozos, sondeos, galerías y
drenes.
• La delimitación cartográfica de los acuíferos con perspectiva
ecológica se realizaría combinando límites geológicos, hidráulicos y
ecológicos: límites de formaciones geológicas porosas o fracturadas cuya
permeabilidad permite el paso del agua de forma adecuada para su
explotación por el ser humano, o bien para abastecer a otros ecosistemas
(ríos, bosques, prados, humedales, manantiales) de manera eficiente
para los mismos; cauces y humedales efluentes (zonas de descarga) o
líneas de costa que son áreas de descarga.
• En régimen natural (es decir, no perturbado por la acción humana o
por procesos geológicos o climáticos que supongan cambios en las
entradas de agua) las condiciones de cantidad (flujo circulante por los
acuíferos) y calidad (condiciones favorables para la vida que se derivan
de las características físico-químicas) son muy regulares, hecho que
está en la base de muchos de los servicios que generan.
• Por último, suelen estar intensamente utilizados por el ser humano,
principalmente para agricultura de regadío y para abastecimiento
doméstico, y este uso intensivo ha modificado el funcionamiento natural
de sus ecosistemas y de los servicios que generan.
Para clasificar los acuíferos desde el punto de vista tradicional se
usan criterios texturales, hidráulicos y litológicos. Algunos de estos
criterios tienen connotaciones importantes para la ecología de las aguas
subterráneas, lo cual facilita el estudio y caracterización de las
aguas subterráneas desde este punto de vista. Por ejemplo:
• Según el tipo de porosidad los acuíferos pueden ser granulares,
fracturados o por disolución. El agua suele circular más lentamente por
poros entre granos que por fracturas y conductos de disolución, y las
velocidades pequeñas aumentan el tiempo de contacto de los organismos
con los nutrientes, solutos, gases y con la matriz mineral, generándose
oportunidades para la ocurrencia de muchas reacciones.
• Si los materiales que constituyen el acuífero están expuestos
directamente a la atmósfera el acuífero se denomina libre; si están
separados de la atmósfera por otras formaciones geológicas de menor
permeabilidad se denomina confinado (Fig. 2). Los acuíferos libres
reciben la recarga directa de la lluvia y contienen la zona no saturada
del terreno; por ello están expuestos a la entrada directa de
contaminantes, pero también de aire, lo que propicia la ocurrencia de
ciertas reacciones (muchas de ellas en la zona no saturada) cuyo
resultado práctico es la mejora de la calidad del agua. Los acuíferos
confinados reciben agua por transferencia vertical o lateral
(generalmente lenta) a través de otras formaciones, por lo que los
contaminantes de origen antrópico y la materia orgánica que se
incorporan con la recarga suelen quedar retenidos antes de que el agua
llegue a ellos; el agua que contienen está a presión mayor a la
atmosférica y no tienen una zona no saturada, razón por la cual con
frecuencia el ambiente es anóxico. Éste favorece las condiciones de vida
de organismos que para vivir pueden usar el oxígeno de especies
químicas tales como sulfatos, nitratos, fosfatos o materia orgánica,
dando como resultado una mejora de la calidad del agua.
También el origen geológico de los materiales que forman la matriz sólida y la mineralogía pueden tener connotaciones ecológicas
También el origen geológico de los materiales que forman la matriz sólida y la mineralogía pueden tener connotaciones ecológicas
Los servicios que proporcionan las aguas subterráneas al ser humano
En este estudio se han aplicado a las aguas subterráneas los mismos
criterios que se han aplicado a los otros ecosistemas identificados.
Obviamente, se trata de una primera aproximación que debe ser revisada,
completada y mejorada, ya que, entre otras cosas, se ha realizado en
base a la información disponible en publicaciones científicas y en
informes y sitios web de organismos públicos, organizaciones
profesionales, ayuntamientos, ONG, diarios, agrupaciones culturales y
otros. La información que ha resultado útil no es abundante, a veces no
está fácilmente localizable, o resulta incompleta por ser su enfoque muy
ajeno al de este contexto. En muchos aspectos la carencia de
información de apoyo para evaluar el estado de un servicio concreto se
ha suplico con el conocimiento y la experiencia personal de los autores,
que obviamente tienen carencias.
Los servicios evaluados para el conjunto de los ecosistemas de España se agrupan en tres tipos: servicios de abastecimiento, servicios de regulación y servicios culturales. No todos los ecosistemas ofrecen todos los posibles servicios identificados dentro de cada grupo. Para las aguas subterráneas, los servicios que se han identificado y una valoración preliminar del estado cualitativo de funcionamiento de los mismos en nuestro país, elaborados con la información ya mencionada, se muestran en la Tabla 1.
Los servicios evaluados para el conjunto de los ecosistemas de España se agrupan en tres tipos: servicios de abastecimiento, servicios de regulación y servicios culturales. No todos los ecosistemas ofrecen todos los posibles servicios identificados dentro de cada grupo. Para las aguas subterráneas, los servicios que se han identificado y una valoración preliminar del estado cualitativo de funcionamiento de los mismos en nuestro país, elaborados con la información ya mencionada, se muestran en la Tabla 1.
A modo de síntesis se puede decir que muchos de los servicios básicos
para el bienestar humano están deteriorados o se están deteriorando en
amplias zonas de nuestro país como consecuencia de las múltiples
presiones que afectan a la cantidad y la calidad del agua subterránea,
aunque otros están mejorando. Por ejemplo:
• Los servicios de abastecimiento se han visto alterados
significativamente en los últimos años. Entre las décadas de 1960 a 1990
el servicio de proporcionar agua para la agricultura aumentó
extraordinariamente, multiplicándose por más de 6oo la extracción de
aguas subterráneas para regadío. Y aunque en estos últimos años la
superficie de cultivo de riego en España ha disminuido en cifras
globales (entre 1987 y 2006 han desaparecido 36 355 ha), en algunas
zonas del país aún se ha producido un aumento significativo de la
superficie agrícola regada con aguas subterráneas: entre 1987 y 2006 han
aparecido 67 444 ha de olivar de regadío, la mayor parte (97,5%) en
Andalucía, convirtiendo terrenos de secano en regadío mediante la
explotación de aguas subterráneas antiguas (OSE, 2010).
• Los servicios de regulación también han empeorado de manera global.
Las causas son principalmente dos: el manejo de los flujos del ciclo
hídrico y los cambios de los usos del suelo, singularmente la conversión
de terreno natural (agrícola o forestal) en terreno antropizado. El
manejo de los flujos superficiales (encauzamientos,
impermeabilizaciones, extracciones para usos agrícolas, industriales y
urbanos, almacenamiento de grandes volúmenes en zonas puntuales,
detrayendo caudales de otras zonas, drenaje de zonas encharcables y
humedales, etc.) y subterráneos (extracciones) ha inducido la reducción
de las descargas naturales de agua subterránea en muchos lugares,
disminuyendo así la disponibilidad hídrica para la vegetación y la
biota, incluyendo el ser humano. En muchas zonas la disponibilidad de
agua subterránea solo es posible ya mediante extracción en pozos cada
vez más profundos, lo que en bastantes casos hace inaccesible el agua
por motivos económicos.
• Los servicios culturales en general están mejorando; tal es el caso
del conocimiento científico y la generación de oportunidades para la
educación ambiental o para las actividades recreativas.
En el trabajo también se ha intentado identificar cuáles son los
principales impulsores directos de cambios en los servicios de las aguas
subterráneas en nuestro país. Ordenados de mayor a menor relevancia de
su impacto, estos factores son:
1. La explotación intensiva. Con frecuencia concentrada
espacialmente, induce cambios en la red de flujo las aguas subterráneas
que tienen impactos directos sobre los servicios de abastecimiento y
regulación principalmente: disminución de la magnitud de los flujos de
descarga natural; descenso de la cota de los niveles piezométricos;
aumento de los gradientes hidráulicos verticales descendentes;
movilización de aguas subterráneas salinas; etc.
2. La contaminación, singularmente la difusa, que puede afectar a
grandes volúmenes de agua subterránea y es más difícil de atenuar que la
puntual. Induce impactos directos principalmente sobre los servicios de
abastecimiento: provisión de agua de buena calidad, aporte de materias
primas de origen biológico, provisión de medicinas naturales y de
principios activos. Además, en muchos casos la contaminación influye
sobre la regulación de la fertilidad del suelo, pues muchos
contaminantes inducen cambios de condiciones oxidantes a reductoras en
partes del terreno que deberían ser oxidantes.
3. Los cambios de usos del suelo. Los cambios que producen modificaciones en la red de flujo y en la hidroquímica de las aguas subterránea que, a su vez, inducen impactos directos sobre los servicios de abastecimiento, regulación y culturales, suelen estar localizados en las zonas de recarga de los acuíferos. Las actividades con mayor impacto son la deforestación, la sustitución de vegetación natural por cultivos de regadío, la sustitución del riego en lámina libre por riego localizado, la sustitución de la vegetación natural por otra con distintos requerimientos de agua y de nutrientes, la pavimentación y la urbanización. En España hay algo más de 1 Mha artificiales, la mayor parte concentrada a lo largo de la costa mediterránea, donde el clima es semiárido, lo que supone una disminución considerable de la superficie disponible para infiltración del agua de lluvia y de escorrentía y la recarga a los acuíferos.
4. La manipulación de los flujos del ciclo hídrico por el ser humano tiene efectos directos sobre las aguas subterráneas e induce impactos sobre los servicios de abastecimiento, regulación y culturales de forma más o menos directa, en función del tipo de acción y de su ubicación respecto a la red de flujo de agua subterránea. Los cambios de servicios más frecuentes afectan al balance y al régimen hídrico y a la calidad de las aguas subterráneas, y se derivan de actuaciones tales como la extracción intensiva y sostenida de aguas subterráneas, la recarga artificial de acuíferos, la modificación del trazado de la red de flujo superficial y el almacenamiento de agua superficial en embalses y presas.
5. El cambio climático. A pesar de la incertidumbre que aún existe sobre las previsiones de sus efectos en el área mediterránea, es necesario tener en cuenta algunas posibles situaciones que tendrían un efecto notable sobre los servicios de abastecimiento, regulación y culturales de las aguas subterráneas. El principal impacto previsible en nuestra latitud es el descenso de los niveles piezométricos como consecuencia de la disminución de la recarga, que ocasionaría la reducción de la descarga a muchos manantiales y de las descargas difusas a ríos, arroyos, humedales y costas, haciendo desaparecer esos ecosistemas y también bosques de vegetación freatofítica; también ocasionaría subsidencia e intrusión salina en muchos acuíferos. Además, el aumento de la aridez induciría un incremento de la concentración en solutos de las aguas de lluvia, superficiales (antes de infiltrarse) y subterráneas (durante la infiltración), originando aguas subterráneas más salinas. Adicionalmente, el cambio previsto en la regularidad e intensidad de los eventos lluviosos induciría cambios en la magnitud de los procesos de recarga y descarga y también en la entrada de materia orgánica y contaminantes en los acuíferos.
6. Cambios en los ciclos biogeoquímicos como consecuencia de la entrada en el agua subterránea de muchos productos (derivados de la actividad agrícola, urbana e industrial) por encima de la capacidad natural de la biota apara degradarlos, fijarlos y reciclarlos. El servicio más afectado es el de provisión de agua de buena calidad para los distintos usos.
Algunas reflexiones sobre las necesidades de gestión de las aguas subterráneas
Un gran número de masas de agua subterránea en España tiene
ecosistemas superficiales asociados que dependen de ellas, y su
inventario, estudio y protección están incluidos en la legislación
hídrica vigente. Según MMA (2007), habría que considerar las necesidades
hídricas de estos ecosistemas como una limitación a la cantidad de agua
disponible para extracción directa de agua subterránea. Pero, además,
están los ecosistemas subterráneos presentes en las propias masas de
agua y/o acuíferos, poco o nada conocidos en nuestro país. Los
ecosistemas subterráneos son responsables de buena parte de los
servicios de abastecimiento y regulación de las aguas subterráneas, por
lo que las necesidades hídricas de estos deberían ser incluidas en las
restricciones de extracción.
Cualquier actuación de gestión de las aguas subterráneas debería
tener en cuenta la estrecha relación existente entre cantidad y calidad.
Debería ser imprescindible considerar una calidad insuficiente o un
riesgo de deterioro de la misma como un límite a la cantidad disponible
para extracción o para recarga. La aprobación del RD 1514/2009 ha
supuesto un avance muy significativo en materia de protección de la
calidad de las aguas subterráneas contra la contaminación y el
deterioro, sin embargo, esta norma no contempla el relevante papel de la
biota de las zonas no saturada y saturada de los acuíferos en la
calidad del agua subterránea y del agua superficial que se genera en las
zonas de descarga.
La provisión de servicios por parte de las aguas subterráneas
requiere mantener un cierto umbral de funcionalidad en los flujos
hídricos y en su calidad. Estas condiciones son propias de cada
acuífero, e incluso pueden variar a lo largo del tiempo, por lo que es
necesario realizar estudios de caracterización y revisarlos a lo largo
del tiempo. No obstante, una situación muy generalizada, tanto en
nuestro país como en el resto del mundo, es la de acuíferos cuyo régimen
está significativamente alterado principalmente por explotación
intensiva y por manipulación de los flujos del ciclo hídrico, y cuya
calidad, al menos en sectores relevantes de los acuíferos, se está
deteriorando por contaminación directa o inducida. La combinación de
ambas situaciones supone el deterioro de muchos de los servicios de las
aguas subterráneas, así como de los servicios de otros ecosistemas que
dependen de aguas subterráneas, incluso aunque los flujos circulantes
sean suficientes desde el punto de vista cuantitativo.
En opinión de los autores, para tomar decisiones acerca de los flujos
circulantes por los acuíferos sería necesario conocer la estructura y
el funcionamiento de los ecosistemas de las aguas subterráneas y valorar
los servicios que estos proporcionan. La valoración de todos los
servicios, tanto los más directos como los menos evidentes, debería ser
realizada en términos económicos y debería ser la base para el
establecimiento de los objetivos de gestión y las prioridades de
actuación, ya sea para proteger, remediar o fomentar determinados
servicios de cada acuífero o masa de agua subterránea frente a otros. La
valoración de los costes de los servicios del agua subterránea no es
una tarea trivial, pero es necesaria. La creciente consciencia acerca de
los servicios del agua subterránea debería inducir que las
instituciones europeas y nacionales evaluasen cuáles son los medios
necesarios para asegurar el mantenimiento de esos servicios, incluyendo
los mecanismos de valoración económica.
Identificar y evaluar los servicios de los ecosistemas del planeta
supone avanzar hacia una gestión integrada de los mismos. La aplicación
de este enfoque a las aguas subterráneas es una oportunidad única para
racionalizar la gestión de todos los ecosistemas relacionados con el
ciclo hídrico, los cuales se encuentran entre los más relevantes del
planeta por los servicios que proporcionan al ser humano.
Referencias
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IGME, 2001. Las aguas subterráneas un recurso natural del subsuelo.
Fundación Marcelino Botín e Instituto Geológico y Minero de España, 90
pp.
Manzano, M.; Custodio, E.; Montes, C. y Mediavilla, C. 2009.
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monitoring network. The Doñana aquifer experience (SW Spain). En:
Groundwater quality assessment and monitoring. Philippe Quevauviller,
Anne-Marie Fouillac, Johannes Grath & Rob Ward (eds). John Wiley and
Sons, Ltd., pp. 273-287.
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Madrid, pp. 1–637.
MMA, 2007. Síntesis de los estudios generales de las Demarcaciones
Hidrográficas en España. Programa A.G.U.A. Dirección General del Agua.
Subdirección General de Planificación y Uso Sostenible del Agua, 76 pp.
OSE, 2010. Sostenibilidad en España 2010. Observatorio de la Sostenibilidad en España, 479 pp.
AUTORES:Marisol Manzano Arellano
Escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos y de Ingeniería de Minas
Universidad Politécnica de Cartagena
Escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos y de Ingeniería de Minas
Universidad Politécnica de Cartagena
Luis Javier Lambán
Oficina de Zaragoza
Instituto Geológico y Minero de España
Oficina de Zaragoza
Instituto Geológico y Minero de España
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