miércoles, 11 de abril de 2012

Montaña alpina española

En el primer decenio del siglo XXI continúa teniendo más bosques que la mayoría de los llanos circundantes y soporta una frecuentación de visitantes muy alta. Alberga paisajes heredados que evidencian aún depuradas reglas de gestión comunitaria (Violant, 1949).
ECOticias.
En la larga historia de colonización de los continentes, las montañas siempre fueron aquellos territorios alejados a los que los grupos humanos sólo llegaban tras conocer bien los llanos que las rodeaban. Sin embargo, una vez asentados en ellas, podían servirles de refugio seguro para casos de ataque por parte de otros grupos hostiles (Price, 1981); esa alternancia de lugares difíciles y poco accesibles junto a la característica de haber albergado altas densidades de población en tiempos difíciles, son las señas de identidad que hemos seguido encontrando en la montaña alpina española.

En el primer decenio del siglo XXI continúa teniendo más bosques que la mayoría de los llanos circundantes y soporta una frecuentación de visitantes muy alta. Alberga paisajes heredados que evidencian aún depuradas reglas de gestión comunitaria (Violant, 1949). Seguramente podrán ser preservados si optamos por una decidida puesta al día de otras normas complementarias con las que ayudar a controlar los nuevos impactos que vayan recibiendo.

El modelo internacional de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, a través del estudio de los servicios ofertados por los ecosistemas del planeta y su relación con el bienestar humano (MEA, 2010) ha sido el marco seguido para el análisis de las relaciones naturaleza-sociedad del ecosistema de la montaña alpina española. Se han considerado modelos realizados en espacios muy emblemáticos (González et al, 2008) o en las zonas de montaña de Portugal (Milenio de Portugal, Aguiar et al, 2009). Proponemos algunas recomendaciones para que en la montaña alpina española se pueda potenciar de una manera eficaz su capacidad de generar servicios que contribuyen al bienestar de nuestra sociedad.

La despoblación y el abandono de actividades tradicionales (regresión de prados junto a los pueblos e invasión de matorral en zonas de pastos, por ejemplo) (Alados et al, 2007) han coincidido en los últimos diez años con una demanda urbanística desproporcionada (OSE, 2006) y con un incremento de las actividades de ocio (Gorria, 1995) que seguramente frenaron otro posible desarrollo rural más armónico. Los Espacios Naturales Protegidos (en general, la red Natura 2000) contribuyeron a una política de protección de determinados espacios y especies emblemáticas lo que ha supuesto que la superficie total regulada por los LIC, por ejemplo, supone el 74 % de la superficie total de la montaña alpina (MARM, 2010c).

La montaña alpina ofrece al visitante unos territorios que tradicionalmente fueron difíciles de explotar por sus habitantes, en gran medida debido a las penalidades impuestas por la propia altitud. Podríamos considerar las bajas densidades de población actuales como una consecuencia de esas limitaciones ambientales y son muy similares en los tres conjuntos: Cordillera Cantábrica 7,85 hab/km2; Pirineos 6,10 hab/km2 y Cordillera Ibérica 6,12 hab/km2 (INE, 2010). Son territorios con muy variados tipos de servicios y van dirigidos a algo más de 7 millones de visitantes anuales. Los motivos de atracción por los que acuden a sus valles y montes varían según las estaciones (naturaleza en verano, frutos y caza en otoño, cultura en primavera, esquí en invierno) y son muchos los que repiten y acaban considerándose "montañeses de adopción".

La conservación de la montaña alpina es necesaria para seguir generando servicios de abastecimiento de calidad (algunos alimentos saludables y producidos de forma sostenible), provisión de agua dulce limpia, imprescindible en el marco de la disminución de precipitaciones del cambio global. No menos importante es el suministro de energías renovables y mención especial merece el acervo genético que será, seguramente, el reservorio de futuras opciones de producción y de gestión para una sociedad que cada vez más precisará de la conservación de territorios equilibrados, resilientes y de los servicios proporcionados en circuitos cortos de mercado. Tampoco debe olvidarse el potencial futuro de las zonas agrícolas de montaña para la producción de principios activos naturales de calidad.

En este marco cabe indicar que los cambios de uso del territorio son con seguridad el impulsor directo de cambio que más está limitando el potencial mencionado, incluso tras haber disminuido recientemente su intensidad sobre el medio. La pérdida de suelo fértil en pos del proceso urbanizador es acumulativa, así como lo es también la pérdida de explotaciones agrarias viables o la regulación de infiltración hídrica, por poner sólo algunos ejemplos muy aparentes.

La explotación intensiva de servicios y los cambios de uso del suelo, limitan también la capacidad de generar diversos servicios culturales, y en particular, los del Disfrute espiritual y religioso, el de Paisaje-disfrute estético y el de Actividades recreativas y ecoturismo; son ya muchos los visitantes que experimentan en la montaña alpina su interacción con espacios naturales de alto valor ecológico y estético, y con ella, los potenciales de equilibrio psicoespiritual e incremento de la salud a largo plazo.
CARACTERIZACIÓN DEL SISTEMA SOCIOECOLÓGICO MONTAÑA ALPINA

Consideramos como montaña alpina española los territorios de la Cordillera Cantábrica, Los Pirineos y la Cordillera Ibérica (sector norte) que superan los 1500 m de altitud. Pertenecen a un total de 292 municipios y suman una población de 172 591 habitantes que desarrollan su actividad en una superficie de 23 335 km 2 lo que supone una densidad media de 6,81 hab/km 2 (INE, 2010).

Las tres cordilleras se originaron en el Cretácico Superior, con el inicio de la orogenia alpina (hace unos 80 millones de años). Sin embargo los materiales que las formaron eran aún más antiguos y muchos de ellos habían sufrido otra orogenia anterior (hercínica), a finales de la Era Paleozoica (período Carbonífero). En conjunto los macizos resultantes de la orogenia alpina se estructuraron de forma que se pueden distinguir bien en todos ellos una zona interna, con materiales antiguos paleozoicos y otras externas, con materiales mesozoicos (Fontboté, 1986; Teixell, 2009; Santanach, 1986). Esa diversidad de materiales litológicos proporciona una gran diversidad de servicios de abastecimiento (carbón, pizarras y granitos para construcción, hidroelectricidad, aguas termales), de regulación (climática en sus solanas y umbrías, de inversión térmica en sus valles, hídrica con sus lagos y pantanos, de fertilidad del suelo por los distintos tipos de rocas que los originan) y culturales (por el conocimiento geológico de sus orígenes, de identidad cultural que proporciona el vivir en cada valle, de múltiples actividades recreativas y de ecoturismo).

Tras la elevación de los tres conjuntos montañosos, se iniciaron nuevos ciclos de erosión, a veces superficiales (fluvial y glaciar) y, otras, internos (con fuertes karstificaciones en las zonas calizas). Resultaron particularmente espectaculares los modelados glaciares por lo que todos los glaciares del Pirineo han sido protegidos. Respecto a las zonas calizas, cabe destacar la cueva kárstica de la Piedra de San Martín (Macizo de Larra, Navarra) con las galerías más profundas de Europa (150 km de galerías y más de 1300 m de desnivel) (López, 1987).

La vegetación inicial que fue ocupando las montañas, ascendía desde valles próximos y alcanzaba las cumbres cuando la benignidad del clima lo fue permitiendo (para el caso de los bosques, por ejemplo, dando primero pinares de formación abierta y después robledales y hayedos). Otros componentes provenían de refugios terciarios, anteriores a las glaciaciones cuaternarias y, todos ellos en conjunto, contribuyeron a formar la rica flora actual (Blanco et al, 2005).

Climáticamente, toda la Península Ibérica está situada un poco al sur de la trayectoria de las borrascas atlánticas, protegida de muchos frentes por el anticiclón de las Azores, por lo que sus tipos de tiempo resultan más suaves que los del resto de Europa. También la lejanía de los fríos polares hace que las temperaturas sólo bajen significativamente cuando ocurren llegadas intensas de aire siberiano (Kerbe, 1974; Creus, 1983; Oretega, 1992). En este marco general, la situación de las tres alineaciones montañosas está muy influida por las precipitaciones provenientes del O y NO y por las diferentes protecciones que tienen sus laderas solanas respecto de las correspondientes umbrías, cuando se trate de soportar la llegada de los fríos polares. En las precipitaciones se nota una fuerte disminución de las influencias atlántica y cantábrica al avanzar desde las posiciones occidentales (Galicia-Asturias) hasta las meridionales del Moncayo (Soria-Zaragoza) o hasta la comarca interior pirenaica de la Cerdanya (Girona); se compensan en parte esas pérdidas de humedad con la altitud y, en cotas superiores a 1500 m, resultan frecuentes precipitaciones anuales próximas a 1500 mm (Ninyerola et al, 2005). Para las temperaturas, las medias de la cota 1500 m suelen oscilar entre los 6ºC y 8ºC mientras las medias de las mínimas van de 0ºC a 3ºC y las de las máximas lo hacen entre 12ºC y 14ºC (Ninyerola et al, 2005).

Las características de sustrato geológico (silíceo o calizo), exposiciones (atlánticas o recibiendo influencias mediterráneas), altitudes (con pisos de vegetación montanos, subalpinos y alpinos), formas de relieve (convexas o cóncavas), tipos de suelos (superficiales o profundos, ácidos o básicos), precipitaciones (cantidades anuales y su distribución estacional, nevadas) y temperaturas (con zonas térmicamente favorecidas frente a valles con inversión térmica), proporcionaron gran diversidad de biotopos para el establecimiento de una rica flora (Blanco et al, 2005). Se trata de una región montañosa que a pesar de su pequeña superficie alberga más de un tercio de las especies vasculares de España (Villar, 2003; García y Gómez, 2007) y una gran diversidad en comunidades vegetales (Benito, 2006); la altitud y el relieve y la gran variedad de ambientes que ocasionan, favorecen un aumento del número de especies y del total de endemismos (en particular los boreoalpinos y los orófitos) (Montserrat Martí y Montserrat Martí, 1990).

Entre los Hábitats de Interés Comunitario de España (Bartolomé et al. 2005) encontramos presentes en la montaña alpina 5 relacionados con las aguas y ríos alpinos, 4 que albergan distintos tipos de brezales, 4 relacionados con matorrales, 12 con comunidades herbáceas, 7 con diferentes tipos de turberas y humedales, 5 relacionados con cantiles, afloramientos rocosos y cuevas, uno directamente ocupado por los glaciares y 14 con distintos tipos de bosques. Por tanto, la montaña alpina española constituye un muestrario bastante completo de los distintos hábitats europeos y puede ser de un gran atractivo para todo tipo de visitantes que aprecien la naturaleza.

En la lista de especies emblemáticas de la flora española con distintos tipos de amenazas (MARM, 2010d), encontramos para el Pirineo la orquídea conocida como zapatito de dama (Cypripedium calceolus, FL/136), considerada en peligro de extinción y Androsace pyrenaica, clasificada como de Interés Especial. Para la fauna amenazada, destacan 2 lagartijas que se consideran en Peligro de Extinción y 1 Vulnerable, mientras suman 9 las lagartijas, lagartos y culebras de Interés Especial. Entre las aves hay 4 clasificadas como en Peligro de Extinción: quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), urogallo cantábrico (Tetrao urogallus subsp. Pirenaica), milano real (Milvus milvus), alimoche común (Neophron pernopterus), 4 Vulnerables: perdiz nival (Lagopus mutus subs. pyrenaicus), urogallo pirenaico (Tetrao urogallus subs.aquitanicus) milano real (Milvus milvus) y águila perdicera (Hieraaetus fasciatus/Aquila fasciata) y 5 de Interés Especial. Los mamíferos en Peligro de Extinción son 2: Oso (Ursus arctos) y visón europeo (Mustela lutreola) y 1 se clasifica como de Interés Especial: armiño (Mustela erminea). En total, sobre las 613 especies consideradas como amenazadas, la montaña alpina albergaría cerca de un 5% de dichas especies. Por tanto, la montaña alpina es una zona con elevado interés de conservación para especies amenazadas de España.

No obstante la biodiversidad presenta una tendencia negativa y de forma especial en las especies alpinas, fuertemente adaptadas a las duras condiciones del medio. En el caso de las aves, todas las especies dependen de temperaturas estivales frescas y buenas precipitaciones para disponer de los recursos alimentarios necesarios que les permitan afrontar la temporada de cría. El proceso de calentamiento global parece incidir negativamente en ellas según el ICO (2010). En el período 2002-2009 la chova piquigualda (Phyrrhocorax graculus) ha sufrido un descenso poblacional fuerte de una media del 14% anual, de manera que el 2009 se han detectado solo el 37% de las chovas contabilizadas el 2002. Para el reyezuelo (Regulus regulus), en el mismo periodo, el descenso es del 13% anual contabilizándose en 2009 el 61% de efectivos del año 1990.

Zonas próximas a la montaña alpina fueron frecuentadas desde tiempos prehistóricos (Paleolítico inferior) (Bhan, 1984), por diversas especies del género Homo (H. antecessor, H. heidelbergensis, H. neanderthalensis y finalmente H. sapiens) (Arsuaga, 1999). En aquellos territorios cazaron, recolectaron plantas y animales y practicaron después la agricultura (Martin y Vaquer, 1995). El paisaje del tiempo de los romanos, definido por sus componentes muy estables de silva (bosques), saltus (pastos) y ager (campos) (Faucher, 1975) fue cambiando y así ocurrió, por ejemplo, con la intensa colonización agrícola de las montañas en los siglos medievales (Bolós, 1995). Ya en pleno siglo XX, se dio el desarrollo industrial importante de las ciudades, a la vez que se abandonaron muchas zonas rurales (y casi de una forma imparable a partir de los años 1960) (Leal et al, 1975); por el contrario, en los últimos años del siglo XX y primer decenio del XXI han ido aumentando las frecuentaciones turísticas estacionales a todas las montañas.
Bosques

Los bosques más importantes de las zonas por encima de los 1500 m están formados por combinaciones de varias especies (73%) siendo los pinares las masas homogéneas mejor representadas (23%), mucho más que los hayedos (1,75%). Los abetales, enebrales y robledales son los siguientes conjuntos a destacar aunque con valores muy bajos (0,90%, 0,79% y 0,60%, respectivamente); la mayor aportación superficial de los pinares corresponde a Pinus sylvestris, con un 73% de la superficie total de pinares y caracterizaría fundamentalmente el piso montano mientras, el Pinus uncinata (24% de la superficie de los pinares), sería el mejor indicador del piso subalpino (MARM, 2010b).

Económicamente, el Valor Añadido Bruto (VAB) del sector agrario oscila entre medias del 14% (Zona asturiana de los Montes Cantábricos) y del 5% (caso del Pirineo catalán). Los valores respectivos del sector servicios son 54% y 65% y, para la construcción, 12% y 19%. En el conjunto de España los valores medios son 2,45% (sector agrario), 72% (servicios) y 11% (construcción) por lo que, en general las zonas de montaña representarían áreas a las que llegan lentamente los cambios económicos que ya se han iniciado en los llanos, medidos, en estos casos, por la importancia creciente de la construcción y del sector servicios y por la correspondiente disminución del sector agrario (CCAA, 2010).
ESTADO DE CONSERVACION GENERAL DE LOS ECOSISTEMAS DE LA MONTAÑA ALPINA: MEDIDAS DE CONSERVACION Y US

La superficie total protegida supone algo más del 75% de los municipios de la zona y el número de visitantes que la frecuentan oscila alrededor de 4 millones. Los Lugares de Importancia Comunitaria (LIC), junto con las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) sirvieron de base para definir la Red Natura 2000 (Ece, 2010). Anteriormente, existían ya en los Pirineos dos Parques Nacionales (Ordesa y Monte Perdido y Aigües Tortes i Estany de Sant Maurici) y uno en los Montes Cantábricos (Picos de Europa) y a ellos se han ido añadiendo varios Espacios Naturales Protegidos con diferentes figuras de protección. La Unesco había colaborado también en la protección definiendo las Reservas de la Biosfera dentro del Programa Man and the Biosphere (MaB) (1 en los Pirineos y 9 en los Montes Cantábricos (Unesco, 2010).

Las medidas de conservación enunciadas siguen teniendo deficiencias en la protección de la biodiversidad, en la degradación del suelo, en los riesgos de perturbaciones naturales como los incendios forestales y han soportado una presión urbanística muy intensa durante el pasado decenio (Quasar, 2007). Gran parte de las ideas conservacionistas reguladas en la Unión Europea se aplicaban en el Reino Unido antes de integrarse en la Comunidad Económica Europea y las habían experimentado en sus famosas áreas medioambientalmente sensibles (ESA en la versión inglesa) (Whitby y Lowe, 1994). Repasando su puesta en funcionamiento, resulta evidente que lo hacían con una plena participación de los agentes sociales implicados en cada zona a proteger y con unas normativas y fondos económicos específicos para cada caso, con lo cual la eficacia del resultado estaba casi siempre garantizada. La experiencia vivida en la montaña alpina española sólo está siguiendo ese modelo recientemente con la creación de EUROPARC en 1993 (EUROPARC, 2010) y seguramente habría que ampliar, simultáneamente a la población local y a los visitantes, la idea de que la conservación de los ecosistemas naturales es económicamente rentable, imprescindible y un asunto de toda la sociedad. Por otro lado, a diferencia de otras cordilleras internacionales de Europa, en la montaña alpina española aún no existe una estrategia conjunta de conservación de la biodiversidad ni un marco de cooperación estable entre los distintos espacios naturales protegidos y las administraciones regionales (ICHN, 2011).

Respecto al uso del suelo, los bosques y la vegetación arbustiva y/o herbácea ocupan el 77,6 % de la superficie (bosques 40,5%; vegetación arbustiva y/o herbácea 37,1), los espacios abiertos con poca o sin vegetación el 9,6% y las zonas agrícolas heterogéneas el 5,1%. En total suman el 92,2% de toda la superficie quedando el resto de los usos del suelo relegados al 7,8% de la superficie (año 2000; Corine Land Cover, 2006).

Desde el año 1990 hasta el 2000 han aumentado los bosques, las aguas continentales, las zonas agrícolas heterogéneas, las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción, las zonas industriales, comerciales y de transportes, las zonas urbanas y las zonas verdes artificiales. En cambio, han disminuido los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea, los espacios abiertos con poca o sin vegetación y las praderas. Podríamos resumir que se ha dado un significativo aumento de los bosques junto a una disminución de los espacios arbustivos y/o herbáceos. No obstante, estos cambios no son homogéneos

El aumento de los bosques se debe principalmente a las cordilleras Ibérica y Cantábrica mientras que en Pirineos han disminuido ligeramente El aumento de las aguas continentales se da especialmente en la Cordillera Cantábrica, siendo más ligero en la Ibérica y muy pequeño en Pirineos

Las pérdidas de espacios abiertos con poca o sin vegetación y, de una forma señalada aquellos con vegetación arbustiva y/o herbácea, se deben principalmente a la Cordillera Ibérica, mientras en la Cantábrica aumentan los primeros y menguan los segundos; en Pirineos menguan los dos. Estos datos parecen indicar que una cantidad importante de la vegetación arbustiva y/o herbácea ha pasado a bosques.

El aumento de las zonas agrícolas heterogéneas se debe exclusivamente al ocurrido en la Cordillera Ibérica porque tanto en la Cantábrica como en Pirineos han disminuido. Por otra parte, el aumento de las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción es atribuible en exclusiva a la Cordillera Cantábrica.

El aumento de las zonas industriales, comerciales y de transportes, así como de las urbanas se ha producido en los tres sectores, siendo más importantes las primeras en las Cordilleras Cantábrica e Ibérica que en Pirineos, mientras que respecto a la importancia de las áreas urbanas la ordenación es inversa

Las tierras de labor aumentan en la Cordillera Ibérica, y lo hacen en mayor medida que lo que menguan en la Cordillera Cantábrica y Pirineos. Por su parte las praderas disminuyen en los tres sectores, siendo mayores las disminuciones en las Cordilleras ibérica y Cantábrica que en Pirineos
SERVICIOS SUMINISTRADOS. MÉTODOS DE EVALUACIÓN Y FUENTE DE DATOS

En la tabla se resume el conjunto de servicios de abastecimiento, regulación y culturales que suministra la montaña alpina a la sociedad. Los alimentos provenientes de la ganadería de montaña (carne, leche, queso) fueron el servicio de abastecimiento tradicional proporcionado para los habitantes de las pequeñas localidades que allí vivían y también con ellos comerciaron sus ganaderos en las ferias y mercados; durante el desarrollo industrial español (y a partir de los 1960 principalmente) los exportaron a las grandes ciudades. El despegue de la industria se realizó en gran medida con el carbón y la energía hidroeléctrica generados en la montaña alpina y muchos de los embalses construidos sirvieron no solamente para los saltos hidroeléctricos sino también para la puesta en regadío de grandes superficies de los llanos próximos. Los inicios del termalismo español, muchas veces procedente de antiguas termas romanas, ocurrieron en la montaña alpina y también en ella se iniciaron las primeras plantas embotelladoras de agua mineral para su uso generalizado en las ciudades.

Las políticas de conservación del medio natural han tenido un gran desarrollo en todas las áreas de montaña y tanto las iniciativas de la Unesco (Reservas de la Biosfera) como las de la Unión Europea (Red Natura 2000) han servido para declarar grandes superficies de montaña como zonas a proteger. En ellas se han conservado algunas de las especies más emblemáticas del continente europeo: oso pardo, quebrantahuesos, perdiz nival, urogallo, varias lagartijas, algunas plantas del Terciario y orquídeas muy espectaculares.

Las pequeñas comunidades de montaña actuales conservan influencias de conocimiento del medio que seguramente se han ido transmitiendo desde tiempos prehistóricos y muchas las expresan en variadas lenguas vernáculas y en idiomas diversos que tienen el rango de oficiales en nuestro desarrollo constitucional español. Los vaivenes de ocho siglos de encuentros bélicos y desplazamientos de fronteras en todo el territorio medieval español, dejaron una impronta cultural y monumental que en muchos lugares ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad.

Nuevos encuentros entre mundo rural y ciudad están sirviendo para crear otros cauces de comprensión y desarrollo que basándose en demandas turísticas muy concretas (Espacios, Naturales Protegidos, deportes de nieve, ecoturismo en general) se están ampliando hacia aspectos culturales y monumentales que servirán, seguramente, para lanzar iniciativas de conservación del medio natural y desarrollo del bienestar humano de una forma más integrada y eficiente de lo que hemos conocido hasta ahora.

Para evaluar todos estos servicios que genera la montaña alpina hemos reunido varios indicadores. Debido a las características muy locales de la zona, resulta difícil encontrar en las estadísticas generales de los ministerios nacionales las referencias concretas de los pequeños municipios de montaña y se han consultado los datos siguiendo las estadísticas de las diferentes Comunidades Autónomas (CCAA, 2010). Las unidades utilizadas han sido las de superficie (ha) o peso (t) o, en varios casos, se expresan los datos en forma relativa (en %). La expresión en unidades monetarias (euros) sólo ha sido posible en ocasiones muy particulares y, en otras, se han considerado el número de los acontecimientos. En el caso de la producción agrícola, que es eminentemente ganadera, a falta de datos en peso (t) se ha optado para datos en número de cabezas de ganado (nº).
Tipos de servicios y ejemplos que proporciona la montaña alpina española. La importancia de cada uno
TENDENCIAS GENERALES

De acuerdo con las características de los servicios antes explicados, se discuten ahora (ver tabla) las tendencias que presentan.

Respecto a los 7 servicios de abastecimiento consideramos que mejoran algo tres de ellos (agua dulce, energías renovables y acervo genético), ya que existen planes (generalización de depurados en algunas Autonomías, inicio de energías renovables basadas en la biomasa acumulada en los bosques) para frenar el deterioro que se había venido produciendo; en otros casos, porque se está animando oficialmente la promoción de muchas iniciativas ganaderas relacionadas con las razas autóctonas y sus productos de calidad. También la promoción de circuitos cortos de comercialización y de la ganadería ecológica. Sin embargo, tanto la cantidad total producida (en alimentación) como en materias primas (ya sean de origen vegetal o mineral) disminuyen en la mayoría de los valles. Con las medicinas naturales y sus principios activos se está aún en una etapa de poca promoción y de difícil participación en iniciativas económicas locales.

En conjunto cabe alertar sobre la necesidad de afianzar y mejorar los servicios de regulación entre los que figuran varios cuya planificación y control deberían ejercerse de forma muy significativa por parte de los poderes públicos (locales, autonómicos y nacionales). La regulación climática ligada a los usos del bosque es una necesidad en todos los conjuntos montañosos ya que su deficiente control influye indirectamente sobre la regulación hídrica y la fertilidad del suelo. En la línea de una adecuada ordenación del territorio cabe situar los empeoramientos de los servicios del control biológico; respecto a la polinización, a pesar de un cierto deterioro de los paisajes en malla tradicionales, aún mantienen una flora mucho mas diversa que en las llanuras vecinas. Algunos servicios relacionados con las perturbaciones naturales han recibido una cierta dedicación por parte de diversos estamentos oficiales.

En los servicios culturales hay una clara sinergia entre poderes públicos y muchas pequeñas iniciativas privadas. Un cierto problema de planificación subsiste y aunque todos los servicios evaluados podríamos considerar que mejoran, sólo el conocimiento científico y las actividades recreativas lo hacen de una manera más directa. Entre algunos de los desajustes de promoción, cabe considerar los relacionados con el conocimiento ecológico local por el que no se ha hecho aún una apuesta decidida; se trata de asegurar que pase eficazmente a las nuevas generaciones y se complemente decididamente con tecnologías actuales que sin duda lo enriquecerán.

Las propuestas de fomento de foros de diálogo entre habitantes de la montaña alpina y visitantes podrían animar otros tipos de sinergias (mayor conocimiento integrado del medio, valoración justa de los productos naturales, de los circuitos cortos de comercialización, de la potenciación de la identidad cultural en forma de actividades con rentabilidad económica de renombre internacional, etc.). Las formas de iniciativas y de fomento y regulación de la actividad pública, deberían basarse en los modelos sociales y empresariales que ya están funcionando, conocer bien sus limitaciones y arbitrar formas de promoción que consistiesen principalmente en solucionar las dificultades que presenten esas iniciativas. Sería una forma sencilla de hacer coincidir las fuentes de financiación con los usuarios que realmente las convertirán en un valor añadido para el territorio.


IMPULSORES DIRECTOS DEL CAMBIO EN LOS ECOSISTEMAS DE LA MONTAÑA ALPINA

Se consideran los impulsores directos de cambio resumidos en la tabla con las siguientes características: Los cambios de uso del territorio presentan una intensidad muy alta y aunque la tendencia de los dos últimos años nos indicaría que continúa, realmente se ha dado un parón generalizado en algunos aspectos parciales como pueden ser, por ejemplo, los de la construcción de segundas residencias. Una tendencia parecida cabe anotar para la contaminación o insumos externos y para la explotación intensiva de servicios y, en ambos casos, su intensidad fue alta. Esta situación de espera debería aprovecharse para redefinir claramente temas tan importantes como los de ordenación territorial y hacerlo en su doble aspecto de regulación de urbanizaciones y de construcción indiscriminada de grandes vías de conexión entre núcleos. Los mapas de riesgos de avalanchas deberían incluirse de forma especialmente previsora y las estaciones depuradoras planificadas tendrían que incorporarse rápidamente a la regulación de los ríos.

En relación con el cambio climático está claro el retroceso de los glaciares y un cierto aumento general de temperaturas unido a una disminución de precipitaciones (cambios constatados en la estación meteorológica del IPE en Jaca). Paralelamente, se han dado inviernos con nevadas extraordinarias y desplazamiento del calor estival a meses de inicio o final de verano y sus repercusiones en las actividades turísticas de fin de semana son muy importantes. Respecto a la ocupación estacional de hoteles también se nota la influencia del clima y afecta de forma diferente a los distintos tipos de usuarios. Los efectos sobre la biodiversidad se notan en la disminución de poblaciones de especies de fauna alpina y subalpina.

En cuanto a las especies invasoras no se trata de un territorio que las acoja fácilmente, quizás de forma muy puntual y para el caso del Pirineo, se podría señalar el intenso tráfico de camiones de pienso para las explotaciones ganaderas y la dispersión de semillas en las cunetas de las principales carreteras de paso; de momento se evidencia su presencia en esas zonas sin que se den alarmas importantes de entrada en parcelas agrícolas o zonas de pasto. Por ello consideramos su intensidad baja y un impacto que continúa y que posiblemente habría que regularse en caso de que se detecten problemas de presencia de variedades transgénicas.

Como impulsores indirectos de cambio consideramos fundamentalmente los relacionados con un desarrollo territorial basado fundamentalmente en el turismo. La falta de coordinación en la ocupación urbanística del territorio y su grado de intensidad alto, desarrollado fundamentalmente durante el último decenio, podían influir negativamente en muchos de los servicios de regulación y, con ellos, disminuir también la oferta de servicios de abastecimiento. La coordinación de los diversos estamentos locales, comarcales, regionales y nacionales se hace imprescindible para plasmar sobre el territorio de la Montaña alpina un verdadero Desarrollo Rural Sostenible, capaz de llenar de contenido la iniciativa nacional promovida en dicha dirección para el período 2010-2014 (MARM, 2010e).
Análisis de compromisos (trade-offs) y sinergias

Presentamos unos ejemplos de compromisos y sinergias que se han planteado recientemente en diversas zonas de la montaña alpina y en los que se han visto involucrados distintos agentes locales, de la propia Autonomía o de diversas
Para el caso de una ampliación de estación de esquí, se identifica como ganadores a las empresas participantes en la propia estación o en la generación de nuevas urbanizaciones en su zona de influencia. En muchos casos las ampliaciones suponen adaptar la montaña a las nuevas exigencias del usuario, cambiando o readaptando las vertientes y laderas de la propia montaña así como sus cursos de agua; complementariamente se utiliza la revegetación por siembra para unas altitudes donde precisamente la reproducción por semillas no es la estrategia predominante de las herbáceas autóctonas. Sumando muchas pequeñas perturbaciones o grandes movimientos de tierra, se acaba generando una dinámica de ladera nueva que puede poner en peligro muchas de las instalaciones (arrastres, pistas rodadas de servicios complementarios, deslizamientos hasta alcanzar la propia carretera general de la zona) asentadas sobre los nuevos terrenos. Algunas ampliaciones compiten con zonas previamente declaradas de protección (Reserva de la Biosfera, por ejemplo o sitios históricos en otros casos) por lo que los conflictos aumentan los costes y propician el malestar entre usuarios y promotores locales.

Si consideramos las nuevas declaraciones de Espacios Protegidos, está claro que se pretende ampliar el servicio cultural de actividades recreativas a través de una nueva área protegida que beneficiará a la sociedad en general. Sin embargo, una insuficiente explicación oficial por parte de los promotores o la no coincidencia completa entre los intereses locales y los propuestos, puede hacer decrecer el servicio de abastecimiento de alimentación por parte de los ganaderos locales. Indirectamente, los animales mantienen el pasto de las alturas; una disminución de la carga ganadera (por conflicto de intereses) lleva a su reversión a matorral primero y a bosque al final, acaba arruinando unos espacios abiertos que, en general, eran el principal atractivo paisajístico de la zona potencialmente interesante a proteger, con lo cual, pierde toda la sociedad cuando ese no era el planteamiento inicial.

La apuesta única por el sector turismo puede acabar desestructurando otros sectores y, a menudo, los distintos pasos intermedios llegan a ser muy complejos. Por ejemplo, desde la Comisión Europea se acuerda promocionar los prados ricos en especies como un patrimonio seminatural interesante de Europa. La Montaña alpina no siguió la intensificación enorme practicada en otros países europeos en los años 1970 y para los que ahora la recuperación de la riqueza florística de sus prados es costosa y casi imposible en muchas zonas de ganadería muy intensiva. Sin embargo, las ayudas propuestas por Bruselas son a costes compartidos por lo que si una determinada Autonomía decide invertir exageradamente en un sector, le quedan pocos recursos para hacerlo en otros, con lo cual no se promocionan los prados ricos en especies; es un proceso claro en el que un mínimo reconocimiento del valor de los prados de la Montaña alpina podría generar un valor añadido interesante para muchas zonas. Evidentemente detrás iría la promoción de las razas autóctonas que comen esos pastos y las marcas de calidad que podrían venderlos en circuitos comerciales cortos, a los visitantes de los EEPP y de los deportes de nieve y ecoturismo en general. Por tanto, un desarrollo exagerado de un sector acaba arruinando el conjunto.

BIBLIOGRAFÍA

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AUTORES:
Federico Fillat
Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC). Jaca
A. Javier Aguirre
Escuela Politécnica Superior de Huesca (Universidad de Zaragoza). Huesca
Ferrán Pauné
Consultor Ambiental
La Garriga (Barcelona)
Cristian Fondevilla
Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria (Universidad de Lleida). Lleid

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