lunes, 14 de enero de 2013

Un año negro para los rinocerontes: sube un 50% el furtivismo

En solo cinco años, el furtivismo contra los rinocerontes se ha disparado. En Sudáfrica, el país con la mayor población, ha pasado de 13 animales cazados ilegalmente en 2007 a 668 en 2012, según los datos que publicó la semana pasada el Gobierno sudafricano. En el último año, el aumento de animales abatidos ilegalmente fue del 49%. Ni el despliegue del Ejército en el Parque Kruger frena el furtivismo, alimentado por la demanda de Vietnam, donde a los cuernos se les atribuye —sin base científica— propiedades antitumorales y alucinógenas.
La población de rinocerontes, en recuperación desde hace un siglo, ha llegado al punto en el que ya casi se cazan tantos ejemplares como nacen, según explica por teléfono Richard Thomas, portavoz de la ONG Traffic, que lucha contra el comercio ilegal de especies: “Ya está cerca de un punto de inflexión”. La causa es la rápida y concentrada demanda desde Vietnam (mientras que los colmillos de elefante son apreciados en buena parte de Asia, desde China a Tailandia). Tanto, que el pasado 10 de diciembre los dos países firmaron un acuerdo para combatir el tráfico.
Fuente: Informe ‘Traffic’.
Según Thomas, “hay bandas criminales involucradas en el tráfico. Buena parte sale a Vietnam a través de Mozambique, a menudo en pequeños paquetes dentro de maletas”.
Los países africanos se muestran impotentes ante estas bandas. Sudáfrica ha movilizado incluso al Ejército y el año pasado fueron detenidas 267 personas por caza furtiva de rinocerontes. Aun así, la enormidad del terreno hace muy difícil perseguirlo incluso en un parque nacional. En el Kruger —cuya superficie es algo mayor a la de la provincia de Zaragoza— fueron abatidos 425 ejemplares
En África, el furtivismo está pasando de ser un problema ambiental a uno con implicaciones geopolíticas. No es solo por la pérdida de la fuente de ingresos que suponen los animales emblemáticos, sino que bandas armadas y muy violentas buscan marfil para enviar ilegalmente a Asia.
Lee White, director de la agencia de Parques Nacionales de Gabón, explicaba en septiembre en un congreso en Corea: “Cada mañana temo llegar a la oficina y ver los mensajes. El otro día había 40 elefantes abatidos a los que les habían quitado la cabeza con una sierra mecánica. Además, han empezado a dispararnos y hemos tenido que movilizar el Ejército”. Camerún, por ejemplo, ha denunciado la llegada de milicias desde el Chad y Sudán para abatir 450 elefantes solo por sus colmillos.
Las incautaciones de colmillos y cuernos de rinoceronte en las aduanas crecen a ritmo vertiginoso, prueba de que el tráfico es cada vez mayor. Un informe de la ONG ecologista WWF publicado en diciembre señala que el tráfico de especies protegidas mueve ya 14.000 millones de euros al año y que se ha convertido en una amenaza para la seguridad nacional en muchos de estos países. Según el informe, las redes criminales perciben este tráfico como “de gran beneficio y bajo riesgo”.

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